THE ARTIST: Crítica

Desde que The artist empezó a deslumbrar a mediados de mayo en el Festival de Cannes, empecé a sentir curiosidad de ver como era este película muda que arrancó en dicho festival 20 minutos de aplausos tras su proyección y que consigió el premio al mejor actor, Jean Dujardin. A partir de aquí he seguido paso a paso la trayectoria de esta cinta francesa, que va dejando con la boca abierta a todos los que la ven en los distintos festivales por donde pasa. Y al fin he conseguido disfrutar y sentir esta maravillosa cinta de Michel Hazanavicius. Y tras su proyección solamente puedo decir que me ha enamorado profundamente de The artist.


Muchas veces nos viene a la mente varias preguntas: ¿Por qué amamos el cine?¿Por qué nos gusta tanto el cine?¿Qué nos transmite el cine? Pues bien, todas esas preguntas tienen respuesta: The artist. 
Sí, estamos ante una verdadera obra maestra en todos los tiempos que corren llenos de secuelas, precuelas, remakes, el horrible 3D y toda esa mierda que nos mete Hollywood a cucharadas. Estamos ante una película que te llena el corazón nada más empezar, ante una joya del séptimo arte que debería ver todo el mundo.
Pero aquí viene el inconveniente para algunos espectadores, que no todos quieren ver una película muda. Y esa será la gran equivocación de la mayoría de ellos, no contemplar una grandiosa película que lo transmite todo. Todo lo que siempre hemos querido sentir y amar dentro de una sala de cine. pocas veces una película transmite tanto como The Artist. He de reconocer que entré con miedo a la sala. Iba a estar sentado durante 100 minutos viendo imágenes sin escuchar una sola palabra, pero es que todo ésto cambia nada más empezar la película con sus títulos de crédito que te catapultan de una tacada a los años 20. y es cuando empieza a sonar la música de Ludovic Bource que te atrapa una y otra vez, haciéndote sentir lo que estas viendo en la pantalla. Te empiezas a dar cuenta que da igual que no hablen los actores, que no oigas ningún ruido, te da igual todo. Estás empezando a contemplar una joya cinematográfica donde los actores no hablan, pero estás sintiendo lo que ellos te están transmitiendo con sus gestos, con sus miradas, con sus temores. Ni una sola palabra y sorprendentemente, estoy contemplando una de las cosas más bonitas que he visto en un cine.
El director francés Michel Hazanavicius nos mete de lleno en el cine mudo nada más empezar el film: los títulos de crédito, el formato 4:3, la magnífica música que acompaña al film, la cuidada fotografía...Te hace sentir que estás dentro del cine, que has viajado en el tiempo, concretamente a 1927, año en el que comienza esta bonita historia de amor que nos tiene pegados a la pantalla desde el primer segundo hasta el último. Hazanavicius nos sumerge en el declive del cine mudo por la consiguiente llegada del cine sonoro. Muy bien llevada la dirección y el argumento del film, donde vemos los entresijos de los rodajes de las películas, donde vemos el poder, la riqueza y pobreza a través de unos personajes que te ganan con cada mirada, con cada gesto.


Y es que estas interpretaciones son una auténtica gozada. El fantástico Jean Dujardin, que da vida a George Valentín, el más famoso actor del cine mudo de Hollywood que con su eterna sonrisa tiene ganado el amor de todos, es el galán de la época. Y la interpretación que nos deja es una de las mejores del año, al igual que la de su compañera de reparto Bérénice Bejo. Ambos nos transmiten su amor, su caída a los infiernos y su subida a los cielos. Ellos llevan gran parte del peso de la película, arropados por unos secundarios de lujo: John Goodman, que da vida a Zimmer, uno de los productores más importantes de Hollydoow que hará caer a Dujardin a lo más profundo y subir a lo más alto a Bejo con la llegada del cine sonoro: James Cromweel, el mayordomo de Valentín, que nos hace un fantástico papel de fiel amigo del protagonista; Penelope Ann Miller, la celosa esposa de nuestro galán, y no me puedo olvidar de un fantástico perrito que te atrapará de forma como lo hacen cada uno de los personajes que van desfilando por la película.
En definitiva, no dejéis de amar el cine, él os ama y The Artist es una declaración de amor en toda regla que se te mete en el corazón de tal manera, que sales del cine con la sensación de estar más enamorado que nunca del séptimo arte, y como no, de esta fascinante película que te hará bailar, reír, llorar y sobre todo, amar. Es la película del año, no dejéis de verla. Es una auténtica gozada desde el primer minuto hasta el último. Nunca habéis visto nada igual. Es una obra maestra, es una joya visual como nunca antes habías visto. Solo puedo terminar diciendo: I love the Artist.


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